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Exhibición a la bavaria

  • Foto del escritor: Chas McCholas
    Chas McCholas
  • 4 nov 2021
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 2 sept

Jueves. Para algunos, el día preliminar del fin de semana, para otros una preeminencia. Tengo las hormonas tan excitadas como un chaval adolescente.


Primer jugador en llegar, ahí estaba La araña negra de Euskal Herria, al único reconocible por su constancia en los partidos jugados. Es un hombre que no aparece cuando lo llaman, sino cuando el equipo lo necesita, es como un superhéroe.


En el corral, había otra cara conocida para reforzar al equipo, de la vieja Bavaria, Renaldowski. Una zurda virtuosa y dotada de calidad con el esférico en los pies que acabó desquiciando a los rivales. Jugó con Letamina y Anciana arriba, generando un alud de ocasiones, con una diligencia digna de encomio. Anciana exquisito en ataque, como siempre, poniendo pases precisos. Naldo y Letes, móviles, eléctricos y arrancando la costra al rival para que no cicatrizasen las heridas que iban generando. Las torres gemelas, El Tibias y el CCanterano, solidos atrás, subiendo inteligentemente para facilitar espacios en ataque. Me recuerdan a las versiones de Nesta y Maldini de 2017.


Desde el primer momento se ve a un árbitro algo pardillo y rotundamente erróneo en cada decisión que toma en su vida, dentro y fuera del campo. Era la contrariedad personificada. Hasta un viejo como yo sabe que, para tomar un café, le tendría que pedir un té. Seguiría pitando cesiones inventadas, segadas y agresiones físicas invisibles, cegado en los saques de banda del rival… qué equivocado estaba. Había inventado una nueva disciplina dentro del futbol poco divertida.


0-0 en la primera parte, crece la intensidad por momentos y ninguno de los dos equipos quiere cometer ninguna estupidez. Ahí va la primera, al portero rival se le escapa un balón, que Perro Viejo, gracias a su sapiencia futbolística, estuvo tan pícaro como una sonrisa de Vinicius y pudo rematar a portería vacía. El equipo rival desesperado e irreconocible estaba dejando huecos atrás. Las ocasiones se multiplicaban sin culminar. No obviar la fortuna de El Diademas al pegar una collejita canalla aleatoria a un templado Letamina, con la multitud de sucios dementes peligrosos que hay en Garchoides.


El partido se estaba volviendo bronca. En un despiste del equipo garchudo, hay un balón dividido a medio campo, con LeCuenc como último jugador. Intenta llegar a la pelota pero sus isquios, tan rígidos como unas lentejas sin cocinar, pusieron un límite insuficiente para cortar ese balón. Normal, para esas piernas son ya 33 años de experiencia y rabia acumulada. Pudimos ver al mentor incumplir una de sus enseñanzas de la academia: “O pasa el balón o el jugador, pero jamás las dos juntas.” Bueno, el balón acabó en la red garchuda. Aun así, no habría otro en quien confiaría más que Gran Danés, es un James Milner del fut5. Además, se le podía ver satisfecho, y bien que hace. Incluso a duras penas a faltado a nadie. Quien sabe, podríamos estar delante de otra faceta de este grandísimo jugador


Estoy tan agradecido de ver a estos panas como una rumana después de una noche conmigo. Hay buenos mimbres en el equipo, poco a poco se van uniendo y dando forma. Después del desparpajo de intensidad y ganas, si siguen así, y solo así, lograran otra ansiada victoria la semana que viene.

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