top of page
  • Facebook
  • Twitter
  • Spotify
  • Apple Music

A falta de fútbol, alpinismo turco

  • Foto del escritor: Chas McCholas
    Chas McCholas
  • 8 oct 2020
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 2 sept

Normalmente, el partido empieza con el pitido inicial del árbitro. Ayer, empezó con el chasquido del pie roto de un jugador rival. Firmado, El Tibias. Si os soy sincero, añoraba el sonido de la ambulancia en el terreno de juego.

El partido empezó con dos goles en contra para los Garchoides. A pesar del varapalo, siguieron sin rumbo, desvalidos y lanzando pianos incontrolables a Enrique, El Llanero Solitario, la referencia de ataque, la punta de flecha aislada por el muro del rival. Cumplió su función hasta que el kebab decidió que era hora de trepar por la garganta. Así que no vio otra opción que reposar en la portería. Insensato, como si fuese un lugar apacible después del cañoneo que recibieron en la primera mitad. Se puso a digerir la cena en el ojo del huracán.


El esperado resurgir de Felipvensen, el cabeza de oro escandinavo, encendió la llama de la esperanza en jugadas muy aisladas. Avisó con un remate al palo. A la jugada siguiente, también causó peligro, pero esta vez decidió acompañar la pelota fuera de la portería vacía, tratando a la pelota como si fuese una anciana cruzando el paso de cebra y que al final, la atropellan.


Es entonces cuando un tiro de falta del rival sube al marcador. El fantasma de O’Canhoto Decor no estaba allanando el camino hacia la victoria, ni siquiera, hacia la decencia.


Cuando parecía todo perdido, Letamina Voladora provoca un penalty y decide ser el lanzador. Su experiencia previa le brindaba de todo un temperamento digno cual puma contra presa. Es entonces, cuando el portero se da cuenta que no coge carrerilla y éste se queja al árbitro, confundido. Pero eso desconcertó aún más a Letamina, viéndose con la obligación de aterrizar. Le había ganado la batalla psicológica. A pesar de ello, carga su zurda maestra con destreza, aunque algo dubitativo, y peina la pelota con su uña del pie, desviando el cuero hacia la izquierda de la portería. ¡Fue todo un nonsense!


Más ocasiones sin suerte estaban por venir. El pitido final fue todo un alivio para los rivales, que ya no sabían cómo perder el tiempo. Este nimio cronista no disfrutó en absoluto al ver que no fue una gran noche para estos muchachos, que merecían más y que encadenan dos derrotas seguidas sin un equipo al completo.


Entradas recientes

Ver todo
Exhibición a la bavaria

Jueves. Para algunos, el día preliminar del fin de semana, para otros una preeminencia. Tengo las hormonas tan excitadas como un chaval...

 
 
 

Comentarios

Obtuvo 0 de 5 estrellas.
Aún no hay calificaciones

Agrega una calificación
bottom of page